¿Hablamos?         ¿Nos cotilleas?     

El mundo laboral está cambiando a un ritmo cada vez más rápido. Tal y como revela el estudio del Grupo Manpower. el 98% de las organizaciones llevaron a cabo algún cambio estructural importante entre 2009 y 2014 debido, entre otros, a los avances tecnológicos y la situación actual de los mercados.

Es en este nuevo horizonte, en el que no podemos plantearnos la posibilidad de mirar hacia otro lado, hay una necesidad imperiosa de adaptarse a la nueva realidad, y encajarlo no como una amenaza, sino como una gran oportunidad para desarrollarnos personal y profesionalmente. En el caso de las organizaciones, la flexibilidad es crucial a la hora de adaptarse a las necesidades de los mercados para poder tener clientes satisfechos.

El problema del cambio es el sentimiento de incertidumbre y desorientación que se genera ante una situación que no hemos vivido previamente y que no estamos seguros de cómo afrontar.

Cada vez hay más organizaciones que deciden dar un giro a su cultura organizacional. En unas ocasiones el acto se hace de forma voluntaria, entendiendo el giro como necesario para competir en el mercado. En otras ocasiones es consecuencia de fusiones de compañías, compras, lo que resulta realmente complicado para integrar tanto a personas como a procedimientos.

Pero si hay algo constante en esta vida es el cambio, por eso la flexibilidad y adaptación a las nuevas situaciones son vitales para poder abrir nuestras percepciones y trabajar de forma más eficaz, aceptando los cambios en nuestras organizaciones y también las generadas en el propio puesto de trabajo.

La flexibilidad -uno de los valores más importantes en nuestro decálogo Fresh People– suma tanto la voluntad, como la habilidad de responder de forma rápida y certera a circunstancias que cambian en el día a día.

Circunstancias que pueden concretarse en forma de cambios en la dirección de una organización, alteraciones en el equipo de trabajo al que estamos habituados o modificaciones en los proyectos y objetivos a alcanzar.

Cuando nos referimos al trabajo, ser flexible cada vez es más valioso. Según el estudio mencionado anteriormente, para el 53% de los empleadores la capacidad para lidiar con imprevistos es el atributo clave para el éxito de los empleados del futuro. Y, acorde con la Universidad de Kent, la flexibilidad se sitúa en el top 10 de habilidades exigidas por organizaciones como Microsoft o la BBC.

Ser flexible es una competencia universal y convierte a cualquiera en un valioso empleado, independientemente del tipo de trabajo que realice. Cualquier organización desea disponer de personas flexibles en su equipo, dispuestas a salirse de la descripción de su trabajo y que modifiquen su aproximación a las tareas cuando la situación lo exija.

Los beneficios de ser flexible están claros. Ahora bien, ¿cómo lograrlo?

¿A quien no le ha ocurrido que cuando está acostumbrado a hacer las cosas de una determinada manera en su trabajo, va su jefe y se las cambia?, o cuando tienes planificado tu día y entra una cosa urgente que te obliga a dejarlo todo. El sentimiento inicial es de agobio, enfado, pero hemos de saber gestionarlo en nuestro beneficio, pensando siempre que este tipo de situaciones como retos, oportunidades que se nos presentan, y aunque a veces no nos apetezcan o incluso nos disgusten, siempre mirando las cosas con perspectiva nos aporta desarrollo, aprendizaje, y seguro nuevas fuentes de motivación.

Sentirse mal es una opción, y si la eliges tendrás que valorar lo que te aporta, no solo a ti, sino a los que te rodean.

Estamos seguros que una actitud positiva y consciente al cambio trae un sinfín de beneficios, no solo personales sino profesionales. ¿Quién sabe? Lo mismo es una oportunidad para alcanzar esa nueva posición de responsabilidad que se ha generado en tu organización y que tanto ansías…

«Si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian».

Hay personas por naturaleza más predispuestas a la flexibilidad, pero sin duda es algo que se debe ejercitar de una forma consciente. Hacerlo, te reportará beneficios a corto y largo plazo en cualquier proyecto profesional y en tu desarrollo personal. Trata de practicar -y demostrar- la flexibilidad: ofrece ayuda a compañeros si notas que están sobrecargados, muestra voluntad de aprender nuevos procedimientos o técnicas, piensa en distintas soluciones ante la identificación de un problema o experimenta con nuevos métodos para lograr tus objetivos.

Si abrazas las transformaciones e imprevistos y te acostumbras a gestionar los cambios en lugar de prevenirlos, mejorará tu receptividad ante los problemas y dificultades, las cuales dejarán de ser adversidades para convertirse en oportunidades. Cada cambio es una experiencia de aprendizaje y una ocasión para hacerte escuchar presentando soluciones.