¿Hablamos?         ¿Nos cotilleas?     

Es evidente que estamos sufriendo una gran revolución, la revolución tecnológica que está cambiando nuestro día a día, y esta revolución ha venido para quedarse. También es evidente que la velocidad a la que se está produciendo es demasiado rápida incluso para los que con pasión nos dedicamos al mundo de las nuevas tecnologías.

 

Ahora mismo no es raro ver como un vehículo de gama media cuenta con hasta 40 o 50 gadgets que no estaban ni en la mente de los creadores de “Regreso al futuro”. Existen asistentes muy potentes que aportan gran seguridad o comodidad, pero los hay mucho más superfluos, (me viene a la cabeza el Fish Game de MINI), pero los asumimos o incluso pagamos para lucirlos ante nuestros vecinos y cuñados, a ver quién lo ha comprado con más “cacharros”.

Es innegable que un sistema que te avise de un ángulo muerto, controles de velocidad o la navegación son herramientas muy útiles y redundan en un uso más eficiente, cómodo y seguro del vehículo. Por lo tanto, estamos de acuerdo en que la mayoría de los avances producen una mayor eficiencia, comodidad y seguridad.

¿Por qué no sucede lo mismo a la hora de organizar nuestro trabajo?

Esta pregunta nos la hemos formulado desde hace ya mucho tiempo todos aquellos que nos dedicamos a la implantación de nuevas tecnologías en el entorno empresarial.

La distribución debe adaptarse a este nuevo paradigma. Por rentabilidad y por servicio. Los márgenes que ofrece la venta de un vehículo nuevo no dan ni para pagar los bolígrafos y los papeles impresos del pedido, y es por ello que hay que buscar nuevas formas de trabajar para que nuestra actividad sea rentable. Y a esto hay que añadir que los clientes exigimos cada vez más, requiriendo que todo el proceso de compra sea perfecto.

No hay más remedio, hay que invertir en nuevas tecnologías, pero entonces ¿por qué no lo hacemos?

Existen 2 grandes hándicaps que provocan que no se implanten nuevas herramientas:

Inversión o gasto. Las inversiones en nuevas tecnologías suelen asustar, pero por muy grandes que sean suelen ser mucho más económicas que cualquiera de las instalaciones que se poseen en cualquier concesión de nuestro país. Por lo tanto, este problema es subsanable incluso cuando la inversión “grande” tiene un retorno de inversión relativamente alto.

Todos los gastos deben considerarse como inversión, ya que dicho coste será devuelto con creces. Por ejemplo, el empleo de una solución que genera expedientes digitales en el proceso de la matriculación y entrega de un vehículo, puede suponer un ahorro de hasta un 30% en el tiempo del equipo involucrado, que suelen ser mínimo 5 personas. Ese ahorro de tiempo se puede dedicar a atender mucho mejor a los clientes.

Facilidad de uso. En mi opinión, este es el verdadero escollo ya que es necesario que las herramientas, tanto en su puesta en marcha como en su uso, sean sencillas y no creen resistencia en las personas que las van a utilizar.

El camino a seguir es el de las soluciones “verticales” diseñadas y creadas pensando en el negocio, contando con todo el know-how aportado por los propios clientes, que son los que realmente conocen las problemáticas de su negocio. De este modo, los usuarios verán reflejado su trabajo diario, permitiendo una transición más rápida y sencilla.

Como conclusión, debemos afrontar el cambio tecnológico para nuestro beneficio, invirtiendo en las herramientas adecuadas sin miedo al cambio.

Vicente J. Santonja Ivorra
Responsable de Innovación y Tecnología en Dealerbest.